La primera descripción que conocemos de la cámara
oscura fue hecha por Aristóteles en el siglo IV antes de Jesucristo.
Pero es muy probable que en los países meridionales, en los cuales,
cuando hace mucho calor se suelen mantener los interiores de las viviendas
a oscuras, se haya observado, que si en una ventana o en una de las paredes
quedaba un pequeño agujero, a través de él se proyectaba
sobre el muro opuesto, una imagen invertida de la imagen del exterior.
Durante muchos siglos, las cámaras oscuras fueron utilizadas para observar
los eclipses de sol sin dañarse la vista.
Leonardo Da Vinci las describió minuciosamente. En el siglo XVI se
les añadieron lentes para conseguir una imagen más nítida
y se emplearon como ayuda para el dibujo. El ser habitaciones dentro de una
casa limitaba mucho su uso, por lo que en el siglo XVII se construyeron modelos
portátiles, en los que se hizo lateralmente un orificio para observar
el interior. De ellas en combinación de las placas o películas
sensibles, nacieron las cámaras fotográficas y, más tarde,
las cinematográficas.